viernes, 8 de enero de 2010

La confianza

Quien haya contemplado el David de Miguel Ángel costará creer que el rey israelita era de constitución menuda. Miguel Ángel fue el único, entre sus contemporáneos, que se atrevió con semejante bloque de mármol. Lo cierto es que ya lo habían intentado varios, en concreto tres, sin ningún resultado salvo causar graves daños a la gran masa marmórea. El David es un modelo de precisión anatómica, a pesar de la complejidad que acarreaban las dimensiones del bloque, el artista respetó en todo momento las proporciones humanas. Salvo una imperfección muscular, reconocida por él mismo, a causa de la falta de mármol.
Cuentan que el Papa Alejandro VI visitó el taller de Miguel Ángel, cuando éste estaba dando los últimos remates a la obra, el Papa ni corto ni perezoso le comentó al artista que la nariz estaba ligeramente desproporcionada. Entonces Miguel Ángel, haciendo un gran esfuerzo por contener su temperamento, cogió un poco de polvo de mármol y simuló que tallaba la nariz. Ambos se quedaron satisfechos con la aparente modificación. El secreto de Miguel Ángel es la confianza. Si éste no confiara en sus propias capacidades, jamás se hubiera atrevido a abordar aquellas dimensiones imposibles y sin dudarlo habría seguido las directrices del Papa. También gracias a la confianza depositada en él por sus coetáneos, en la actualidad uno se puede deleitar con esta obra.
Una persona que no confíe lo suficiente en sí misma, por mucho talento que disponga, se retraerá y oprimirá. No vivirá sino que sobrevivirá, andará a tientas sin hacer ruido. Lo único que tratará de hacer en esta vida es “salir del paso” con la máxima discreción posible y reduciendo considerablemente su margen de maniobra. Es probable que realice una carrera y que consiga un buen trabajo, sin embargo no ha intentado superarse. Escogió esta carrera y no la otra, o este trabajo y no el otro…porque pensó que no era capaz.

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