

El gran genio renacentista nos ha dejado un claro ejemplo de lo importante que es saber en qué ocupamos el tiempo y la intensidad con la que se haga cada cosa. El ingrediente que nunca ha faltado en sus obras ha sido la reflexión. Todas y cada una de ellas son fruto de un esmerado y previo estudio teórico; claro ejemplo de ello es la cantidad de manuscritos que nos ha dejado como legado.
Miguel Ángel empleó tres años de su vida en crear el Moisés. El resultado: una obra excepcional. No falta un sólo detalle. Cada tirabuzón de su barba, vena, músculo, pliegue de su ropa e incluso el soplo de vida, fue previam
ente pensado. Cuentan que cuando el artista terminó su obra, golpeó al profeta y le preguntó “¿Por qué no hablas?”. Lo cierto, es que cualquiera que lo observe tendrá la sensación de que en cualquier momento Moisés despertará de su letargo. Sin duda muchos de nosotros, por mucho tiempo que empleemos en la escultura, nunca conseguiremos un resultado como este. Pero no es necesario meternos de lleno en la Historia del Arte, para saber que lo que hemos hecho ha merecido la pena.
Tras ver la imponente figura nos cuesta creer, que Miguel Ángel tuviese tiempo para otra cosa. Lo cierto es que lo tuvo. Lo importante es tener tiempo para todo. No depende de que se haga las cosas más o menos rápido, sino con intensidad. La cuestión es pensar en qué se gasta, saber priorizar, planificar, atendiendo a lo fijo y variable. Por mucho que nos encontremos sumergidos en un trabajo, master, proyecto, labor…debemos encontrar tiempo para nuestra familia, amigos, novio/novia; en definitiva para los demás. Y no sólo es importante cómo disponer del tiempo, sino saber cómo darlo a los demás. Si se encuentra con un alumno más “lento”, no perder la paciencia. Al revés, no desesperar, darle tiempo y sentirnos orgullosos; ya que tal vez, dentro de muchos años figuremos en la biografía de un gran genio, como “quién dirigió sus primeros pasos y supo esperar”.

Tras ver la imponente figura nos cuesta creer, que Miguel Ángel tuviese tiempo para otra cosa. Lo cierto es que lo tuvo. Lo importante es tener tiempo para todo. No depende de que se haga las cosas más o menos rápido, sino con intensidad. La cuestión es pensar en qué se gasta, saber priorizar, planificar, atendiendo a lo fijo y variable. Por mucho que nos encontremos sumergidos en un trabajo, master, proyecto, labor…debemos encontrar tiempo para nuestra familia, amigos, novio/novia; en definitiva para los demás. Y no sólo es importante cómo disponer del tiempo, sino saber cómo darlo a los demás. Si se encuentra con un alumno más “lento”, no perder la paciencia. Al revés, no desesperar, darle tiempo y sentirnos orgullosos; ya que tal vez, dentro de muchos años figuremos en la biografía de un gran genio, como “quién dirigió sus primeros pasos y supo esperar”.
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